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(8) La visita a los enfermos

   (8) La Visita a los enfermos y los lazarillos de la Eucaristía: Juancito recordaba la visita que había hecho cuando había acompañado a mamá Carmen. Y recordaba que había sido bonito, aunque se había cansado, porque fueron doce casas las que visitaron ese día. Ahora, e párroco, en la misa,  estaba hablando del gran trabajo que hacían las ministras de la Eucaristía y que no tenía ni pago, ni recompensa material, ni nada que lograra compensar su ministerio de amor. -- ¿Sabe, qué? – dijo el párroco en la misa -- ¡cómo no estar agradecido de estas señoras, mayores todas, y enfermas con sus achaques, que todos los domingos, al terminar la misa van a llevar la comunión! ¡Se van hasta sin desayuno, y algunas, sin ni siquiera haber tomado café! ¡Algunas llevan 7, otras 4, otras 6 comuniones! ¡Y, van regresando a sus casas después del mediodía, todas cansadas y agotadas, por la caminata y por el sol, pero contentas porque llevan la alegría del Cuerpo de Cristo a otras personas q...

(9) Los colores litúrgicos

 (9) Los colores litúrgicos: -- ¿Por qué el padre se pone la ropa de la misa de color morado, abuela? – preguntó una vez Pedrito preguntón. Y con ello parecía que iban a comenzar las sesiones de las preguntas de Pedrito, aunque ya había hecho algunas. Ahora parecía que estaba entrando en una nueva dimensión. Tal vez su cerebro obedecía a una nueva etapa de su crecimiento, y a algunas cosas, empezaba a ponerlas en cuestionamiento. Eso era muy bueno, pues gracias a la pregunta  se aprende, y gracias al cuestionarse sobre las cosas es que existe conocimiento, y gracias a la pregunta es que existe la sorpresa y la admiración. Nada será nuevo si no existe el hecho de preguntar. Juancito todavía no se hallaba en esa etapa. Pedrito, por el contrario, empezaba al eterno por qué de las cosas, muy distinto del por qué que hacen los niños a los cuatro años, ya que a esa edad,  todo es un eterno acumular de mundo nuevo; mientras que por el qué de los de Pedrito, eran de los que lleva...

(10) La parábola hijo prodigo

   (10) La parábola del hijo pródigo:   Era el cuarto domingo de Cuaresma.       La lectura del Evangelio de ese día de la misa, era la bonita y entrañable narración del muchacho que le pidió a su papá la herencia, y se marchó de la casa. Mientras se leía el evangelio en la Iglesia, Pedrito, que ya empezaba a estar preguntón, estaba muy atento y se iba imaginando toda la historia que se iba contando. Por su cabeza pasaba la idea de un hijo grosero y respondón con su papá. De seguro, que el papá lo regañaba porque no quería hacer nada, ni hacer los mandados a la panadería, ni recoger las hojas de las matas en el patio, o hacer las tareas del colegio. Tal vez, el muchacho se portaba mal, y el papá se molestaba mucho por eso. ¿Para qué quiere tener dinero, el hijo? – se estaba preguntando Pedrito, mientras el párroco iba leyendo la parábola.       Todos los presentes dijeron: -- “Gloria a ti, Señor, Jesús”, cuando el padre terminó de leer e...

(11) Una noticia...

 (11) Una noticia y fin del cuento: En los últimos días, no acompañaban a mamá Carmen, ni Pedrito ni Juancito.                 -- ¡Hola, señora Carmen! – saludaban algunas señoras, como de costumbre, a la abuela, en las tardes de esos días. Y, entraban en conversaciones en las que hablaban de esto y de aquello, de los dolores de artritis, de las noticias de las familias de aquí y de allá.                 -- ¿Y, qué hay de la vida de Juancito? – preguntó la catequista esa tarde, pues el muchachito no había asistido a la catequesis, y su manera de reír hacía sentir su ausencia.                 -- ¡Creo, que ya no vendrá más! – dijo mamá Carmen. Pero, la catequista no había escuchado bien la respuesta, y siguió borrando el pizarrón y limpiando el salón de clases, para dejarlo impecables para la siguiente actividad del grupo del otro día, que vendría a las clases, seg...