(4) El miércoles de cenizas

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El miércoles de Ceniza:



            Se había acabado el carnaval, y Juancito y Pedrito, reilón el uno y preguntón el otro, habían ido a la playa con su mamá, con su papá y otros primos más. Mamá Carmen no quiso ir, a pesar que le insistieron que los acompañara. La habían pasado de maravilla. Habían jugado con la arena caliente de la playa, habían jugado a quien resistía mas la respiración debajo del agua, se habían tirado agua el uno al otro. Habían comido una comida muy rica que la mamá había llevado. Había mucha gente ese día en la playa. Y los dos hermanitos estaban muy contentos, sobre todo, porque estaban con su papá y su mamá.

            Al día siguiente era el día de miércoles de cenizas, y los dos hermanitos fueron a misa. Esta vez fueron también el papa y la mamá. Había mucha gente en la Iglesia. Las señoras cantaron muy bonito y se sentía una alegría especial en la Iglesia. El párroco estaba vestido de locro morado y se sentía una gran solemnidad en la misa. El párroco dijo que comenzaba la cuaresma y que era tiempo de penitencia, de oración y de sacrificio, y que todos tenían que hacer lo posible de hacer mucha oración en esos días, porque se trataba de un tiempo de preparación de la Semana Santa. Juancito y Pedrito, estaban atentos a lo que iba explicando el padre en la misa.

            Después que el padre habló, la gente hizo varias filas, unos detrás de otros. El padre estaba en el centro de la Iglesia e iba colocando una cruz en la frente, con una cosa de color gris. La gente decía que era la ceniza. Los que regresaban a sus puestos volvían con una marca en la frente. Y, si; si era una cruz. El padre les decía a cada uno: “Acuérdate que eres polvo, y al polvo has de volver”. También había unas señoras de las que le ayudan al padre en la Iglesia, y también les colocaban la ceniza a la gente en otras filas aparte. Todos regresaban contentos. Algunas señoras llevaban niños en los brazos, y también los niños regresaban con la cruz en la frente. Se cantaba “perdona a tu pueblo. Señor, perdona a tu pueblo”

            Juancito y Pedrito ya habían ido para que el padre les colocara la ceniza. Y estaban muy contentos. Y se sentían felices porque papá y mamá también estaban con ellos. Y también a ellos ya les habían colocado en la frente la ceniza. La mamá agarraba de la mano al papá y se les veía muy contentos. Se reían. También se reían Juancito y Pedrito.

            Los dos hermanitos habían escuchado en la misa de ese miércoles que había que hacer caso en la casa y en la escuela, que había que portarse bien. Ellos se portaban bien. Pero había que portarse bien, en todo caso. Y, Pedrito pensaba, entonces, que no se iba a molestar con Juancito y que le iba a dar prestado los juguetes, y que lo iba a cuidar mas porque era el hermano mas pequeño. Y, que cuando lo mandaran a dormir temprano porque había que levantarse para ir al colegio, iba a obedecer. Y, había prometido no tirarle piedras a los gatos de la casa vecina; que iba ser muy respetuoso con las amigas de la abuela mamá Carmen, y que le iba a dar besitos cuando vinieran a la casa a visitarlos; que se iba a bañar todas las tardes, sin que lo mandaran; que se iba a comer toda la comida, sobre todo cuando había sopa, o cuando había ensalada; que no iba a dejar la ropa tirada en la habitación; que iba a obedecer a la maestra cuando le dijera o mandara a algo; que iría rápido a la panadería cuando lo mandaran a comprar pan o a cualquier otro mandado.

            Juancito, en cambio, estaba contento con la cruz que tenía en la frente, y miraba a todos para ver cuántos tenían la cruz más grande, e iba contando.

            -- Mamá – dijo Juancito –¿mi cruz es grande? – preguntándole a su mamá que estaba tomada de la mano de su esposo.

            -- Es muy bonita – le dijo la mamá…. Es muy bonita….

            La misa de ese día estuvo muy bonita, como todas las misas. Pero ese día había mucha gente, y todos estaban muy contentos.


            A Pedrito, sin embargo, le preocupaba, por otra parte las empanadas de las de María la de la esquina, ya que María, estaba en la misa de ceniza, y Pedrito se preguntaba que quién habría hecho las empanadas ese día… Pero, no sabía que la hija de la señora María vendría a la misa de ceniza, a las seis de la tarde, y que ella estaba haciendo y atendiendo el negocito de la mamá… Además, Pedrito necesitaba comer bastantes empanadas para poder cumplir todas esas promesas. . Y, necesita muchas fuerzas, y esas fuerzas se la daba sólo las empanadas de la de María, la de la esquina, que hacía unas empanadas para chuparse los dedos. ..


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